Cuando un loro está haciendo algo que no debe (picar fuerte, romper lo que no queremos que rompa, etc.…) lo que hemos de hacer es recriminarle su comportamiento pero siempre con cuidado de no asustarlo. No sirve de nada gritar exageradamente ni mucho menos pegarle. Normalmente, es suficiente con decirle con un tono fuerte ¡Eso no! o cualquier expresión similar, y en todo caso meterlo en su jaula como castigo e ignorarlo durante un rato. Con paciencia todo esto se soluciona.
Tenemos que tener en cuenta que los loros tienen una gran afición innata a romper con el pico cualquier tipo de objeto de madera así como las plantas. Es una cuestión nuestra evitar poner a su alcance este tipo de objetos ya que de no hacerlo los romperá y no será su culpa sino la nuestra. Esta afición es de carácter innato y es absolutamente inevitable.
Dentro del apartado de malos comportamientos, hay un problema que merece una mención especial que es el de los gritos. Básicamente un loro grita por dos razones. La primera es porque es un loro y tiene que hacerlo. Estos gritos no tienen solución, pero habitualmente no constituyen un problema ya que la mayoría de las especies a penas gritan por este motivo. Una excepción a esta regla la constituyen algunas cotorras principalmente sudamericanas como pueden ser las de los géneros Aratinga, Nandayus, Miopsitta, etc. que gritan principalmente para mantener el contacto con el resto de los miembros de su bandada y tienen genéticamente aprendida la lección de tener que estar todo el día gritando. Estas especies sencillamente es mejor no tenerlas si no estamos dispuestos a aguantar el nivel de ruido.
El segundo motivo por el que las aves gritan es porque quieren algo. Esto puede suponer un problema gravísimo con algunas especies como las cacatúas o guacamayos, cuya potencia de voz hace que un pájaro pueda ser inaguantable en el interior de una casa e incluso pueden provocar problemas graves con los vecinos y la familia. En este caso, sí que podemos con una buena educación por nuestra parte evitar el problema. Básicamente lo que tenemos que hacer es enseñar al pájaro una buena manera de pedir las cosas, una manera que no nos moleste, pero que permita al ave decirnos que quiere algo. Para ello, tendremos que seleccionar un sonido o gesto que el pájaro haga y que nos resulte agradable. La mayoría de los loros empiezan muy pronto a decir “hola” y este puede ser perfectamente nuestro sonido elegido. De este modo, lo que hacemos es que cada vez que el pájaro diga hola, nos volvemos locos de alegría, vamos rápidamente, le sacamos de la jaula, le damos premio, le felicitamos, etc. Como mínimo si en el momento en que el loro dice hola no podemos dedicarle unos minutos, nos damos por aludidos. Simplemente acercarnos y decirle algo agradable y hacerle un mimito a través de los barrotes puede ser suficiente. Pero es importante que el pájaro entienda que cuando él emite ese sonido, hay una reacción positiva por nuestra parte. Al mismo tiempo, cuando el pájaro empiece a gritar, hemos de ignorarlo completamente. No es conveniente reñirle, ni hacer absolutamente nada ya que la mayor parte de las veces que estas aves empiezan a gritar, lo que realmente quieren es que el dueño acuda, y si lo hacemos aunque sea para reñirle, el loro ya ha conseguido lo que quería. Simplemente cuando él grita, no nos acercamos ni hacemos nada en absoluto. De este modo, los pájaros deciden en muy poco tiempo que es muchísimo más rentable decir hola que gritar.
Como regla general, hemos siempre de premiar los comportamientos adecuados y castigar los que no lo son. Los premios no siempre tienen que ser comida. Un simple acercarnos y hablarle con un tono suave de voz puede ser perfectamente suficiente. Lo mismo ocurre con los castigos. Simplemente ignorarlo puede ser un castigo suficiente. Todo depende de lo bien o mal que se haya portado.
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